domingo, 30 de octubre de 2011

DOMINGO 30 DE OCTUBRE DE 2011. El acojone del pakete


Con los corredores populares ocurre una cosa muy común que un día me dijo el maestro Rober: "tronco, tú entrenas como si compietieras y compites como si entrenases". Se me grabó a fuego. No fue un reproche en absoluto, sino una introducción a una lección que aún no he aprendido. La frase, más allá de sonar bonita (Rober, aparte de ser un grandísimo ciclista medalla de oro en la mítica Quebrantahuesos pirenaica, es un tipo que escribe como los ángeles), encierra una realidad interesante: salimos a los parques y los caminos cada día y nos resulta natural darlo todo, arriesgar por encima de lo que estamos acostumbrados e incluso picarnos con otros corredores. Nos importan tres pimientos si vamos más rápido de lo que tenáimos pensado o si nos salen 5 kilómetros de más. Damos leña al mono y si se tercia, también al gorila.

Sin embargo el día que tenemos una carrera, los paketes acojonados nos cortamos, le tememos a la distancia y nos olvidamos de que ESA es la competición. La planteamos mal, disfrazamos nuestro descontrol con salidas a ritmos temerarios y la cagamos. Avanza la carrera y te encuentras tan atenazado con no petar que ni te das cuenta de si vas bien o mal. E incluso yendo bien, te acojonas y te pones un freno mental antinatural que no tenías en los entrenos.

Desde luego parece un contrasentido que los paketes acojonados, en la competición nos frenemos y en los entrenos compitamos, se supone que el orden natural es otro. Pues en la Univeridad de Wisconsin todavía no han averiguado por qué a los fondistas de mi tipología nos pasa eso.

Y no mola nada, sobre todo porque la teoría ya me la sé.

Si a eso le sumas que gente de hasta tres ámbitos diferentes con mucha más experiencia que yo, insisten en mis posibilidades para Donosti 2011, tienes que acabar por concluir que no vale ser un pakete acojonado, que vas a competir y que te tienes que dejar de milongas.

Así que en el camino a Donosti 2011 he decidido que voy a arriesgar. Voy a salir sin complejos y voy a tratar de estar cerca de los 4:30 min/Km de media desde eñ principio. Quizás tenga que aflojar desde el kilómetro 30. Quizás no llegue siquiera allí. Quizás me sobrevenga el Muro por no aflojar a tiempo. Quizás algo peor... O prefiero pensar que sí estoy preparado para ello y que saldré airoso. Si no lo pruebo, no lo sabré nunca, así que no me voy a quedar con las ganas.

Queda un mes para modular el objetivo, pero creo que el punto de mira se va centrando: 4:30 min/Km durante 42195 metros. Si todo sale bien, me va a tocar sufrir. Si no, prefiero ni pensarlo...

viernes, 28 de octubre de 2011

VIERNES 28 DE OCTUBRE DE 2011. La Soledad

Una de las ventajas de correr frente a otros deportes es que es relativamente fácil de empezar: te pones unas zapatillas y sales a la calle, cuando mejor te cuadre y sin depender de otros. No estás a expensas de la disponibilidad y horarios de otras personas, y tus hábitos a la hora de practicarlo son los que tú mismo te dictas.

Casi todos los corredores de fondo con algunos años de experiencia poseen recuerdos de rodajes en solitario especiales, donde sintieron cosas diferentes, experimentaron un rendimiento excepcional y vivieron reflexiones vitales. Rodajes donde el resto del mundo no importa, rodajes en auténtica Soledad. Poco importa si fueron en un bosque, un camino o en un parque plagado de gente. Ella te eligió ese día, corrió contigo y elevó tu persona a un sitio donde pocas veces en la vida se está. Esos días raros se guardan interiormente para siempre.

Sin embargo, hay momentos en los que la soledad puede llegar a ser el enemigo más grande de un corredor de fondo. Por ejemplo, en momentos de debilidad durante una carrera, al toparse con el Muro en una maratón... Son momentos de sufrimiento puntual que siempre son más llevaderos en compañía, aunque en este deporte, en última instancia, siempre dependas de tus propias piernas.

Pero la Soledad, cuando realmente es peligrosa, es en otro tipo de días. Días en los que tu plan de entrenamiento dice que en el fin de semana tienes que estar un poco más de dos horas corriendo sin parar. Cuando llevas bastantes decenas de kilómetros acumulados durante la semana. Cuando tus rutinas de entrenamiento se han vuelto monótonas. Cuando ponerse las zapatillas ya suele suponer un sacrificio sin ilusión... el solo hecho de pensar en un entrenamiento así puede resultar desmotivador e inducir a un aburrimiento que se cronifica muy fácilmente. Y de ahí es sencillo llegar a perder las sensaciones que un día nos llevaron a correr y que tanto nos gustaron cuando las experimentamos por vez primera. Y se produce el abandono. He tenido algún día puntual así, pero la Vida por casualidad me ha ido encaminando de forma que esos días han ido desapareciendo. Desafortunadamente he visto gente que ha pasado por ello y han abandonado la práctica, han perdido la chispa. De hecho actualmente un buen amigo se encuentra en una situación similar y me apena verlo así, ya que ha sido una persona que ha corrido durante toda su vida. Espero que pueda recuperar la motivación y la ilusión que sintió el primer día que juntos corrimos nuestra primera media maratón, allá por el 2006... (vaya paliza me diste, ¿eh Yoye?)

Las soluciones más efectivas, a mi parecer, son dos: el abrigo de la gente y el cambio de hábitos. Correr distancias largas rodeado de buena gente es una experiencia reconfortante, ilusionante y motivante. Se consigue mayor rendimiento en el entreno, hay alternancias a la hora de mantener un ritmo de carrera, hay camaradería, de vez en cuando se producen piques sanos... Todo ello hace que la siguiente semana entrenes con otra ilusión, con ganas de llegar al siguiente Domingo mejor preparado, con ganas de un día de fiesta del correr... Si además se realiza en un entorno agradable y diferente al habitual de todos los días, la experiencia cambia radicalmente. Y si después echas unas risas con tus compañeros en torno a unas cervezas, solo puedes volver a casa con una sonrisa, con la sensación del trabajo realizado y con fuerzas renovadas para disfrutar entre semana de la eterna compañera del corredor de fondo: la Soledad.

Estoy deseando que llegue el Domingo.

JUEVES 27 DE OCTUBRE DE 2011. Empieza la cuenta atrás

Queda un mes exacto para la salida del Maratón de San Sebastián y siento la necesidad de plasmar mis sensaciones.

Va a ser un mi novena incursión en la mítica distancia, y va a ser un maratón especial. Realmente todos lo han sido. De todos guardo recuerdos concretos grabados en la memoria: el debut agónico e inconsciente de Madrid 2006 (4h56min), la revancha fallida con el casi desfallecimiento viendo a un niño con un Donete de Madrid 2007 (4h12min), la mala estrategia de carrera y el gran apoyo de Kike a la bici en Madrid 2008 (3h56min), la preciosa carerera, por fin bien corrida en Donosti 2008 (3h31min), el sufrimiento de los kms finales, viendo cómo se me escapaba el sub 3h30 sin poder hacer nada con Ramón a mi lado en Madrid 2009 (3h32min), la amistad trabada con Jose y Dani del Gran Grupo Garabitas, así como el terrible sufrimiento para bajar de 3h30 en Zaragoza 2009 (3h29min), la relajación de correr un maratón sin pretensiones, acompañando a Luis y teniendo que dejarle atrás en el km 35 en Madrid 2010 (3h54min) y la enorme ayuda del Presi y lo bien que me sentí en Madrid 2011 (3h28min).

Vistas con perspectiva todas estas experiencias suponen una evolución personal en muchos aspectos. Comencé a correr por una apuesta irresponsable, y aquello me cambió la vida. Correr me ha aportado nuevas capacidades, y percibo que ha limado aristas de mi personalidad que no me gustaban. Y sobre todo, me ha permitido contemplar la grandeza del ser humano en su dimensión más espectacular, valores llevados mucho más allá de lo cotidianamente observable: entrega, sacrificio, compañerismo, afán de superación... Cuando entras en este mundo de lleno, te encuentras con personalidades peculiares que te envuelven, te hipnotizan y cambian tu perspectiva de las cosas.

Durante este tiempo me he ido asomando poco a poco a lo que significa correr, desde los aspectos más técnicos a los códigos de honor y conducta tan particulares de este deporte. Y aún me queda mucho por aprender!!! También he conocido gente excepcional, incluso he ingresado en la Panda del Muro, un grupo de corredores con una concentración de calidad humana muy poco común... esta familia deportiva me ha enseñado qué es correr, me está formando como atleta y ha cambiado mi visión del deporte en general.

Todas estas reflexiones me vienen a la cabeza a un mes vista de comenzar mi novena maratón, que va a ser especial. Va a ser la primera maratón en la que siento que soy un corredor pleno, la primera donde toda la preparación ha tenido un sentido más allá de acumular kilómetros, la primera donde las rutinas de entrenamiento no eran las que eran porque lo ponía en un papel, sino porque comprendía por qué sé hacían, qué mecanismos se accionaban en mi metabolismo, cómo modelaban mi forma física y cómo debía modificarlas en función de las circunstancias. Y realmente así se disfruta mucho corriendo, más allá del esfuerzo y el sacrificio que supone.

Independientemente del resultado que obtenga, este maratón es especial porque el camino hasta él está resultando muy ilusionante y estoy aprendiendo mucho. Es el primer maratón donde el viaje  está siendo más importante que el destino en sí. Y todo gracias a un pedazo de corredor como Pepe; siempre dispuesto a ofrecer su experiencia a quien quiera escuchar, a demostrarte lo que no entiendes, siempre con una anécdota que te enseña más que un mes de acumular kilómetros... y con la garra de un corredor competitivo y con orgullo. Un tipo de los que crea escuela. Gracias a Pepe ya no corro igual, ni entreno igual... y eso es nuevo para mí, y por eso esta maratón va a ser especial. No me importará no hacer una gran marca porque con esta dinámica sé que va a llegar antes o después, pero me gustaría poder partirme el pecho el 27N para poder brindársela.

Queda un mes. El tiempo justo para se puedan estropear muchas semanas de preparación o bien afinarla para llegar perfecto al día D. La semilla de una sana ansiedad está germinando, empieza la cuenta atrás.