Conforme se acerca la fecha del maratón la sana ansiedad va creciendo
dentro de mí. Me resulta más fácil emocionarme con algunas cosas y algunas
cosas me retrotraen a emociones pasadas. Mentalmente repasas lo que te
queda de preparación y lo contrastas con la experiencia que has acumulado
en los últimos años, tratando de encontrar el factor de mejora que
desencadene el mayor rendimiento posible durante el día D.
Y al echar mano de la experiencia acumulada en carreras pasadas te das
cuenta de que muchas veces ese factor de mejora no estuvo en tí mismo, sino
en los demás... Y vuelves a darte cuenta de que le debes tanto a tanta
gente... Y no puedo evitar acordarme de cuando pesaba casi 85 Kg y Gema me
compró una bici. O de cuando nacieron mis peques y ella los llevaba a todas
partes para que me vieran entrar a la meta, sin importar si llovía o
tronaba. O cuando iba fundido al borde del desmayo en un km30 y me tenía
preparada una ampolla de glucosa sin yo haberle dicho nada. O cada día que
me calzo las zapatillas y al volver se interesa por mis sensaciones...
Y no puedo evitar acordarme del culpable último de que corra maratones: mi
padre. Si él no hubiera corrido uno de joven, yo seguiría con mis 85 kilos.
Siempre tiene el mapa estudiado para poder apoyar en el mayor número de
puntos del recorrido, ofreciendo gel, calculando parciales, dando ánimos...
Llevando a mi madre siempre para que vea a los dos y los dos me den aliento.
Y del grito de Almu en los últimos 500m de la primera Media que bajé de
1h40min (hice 1h39min59s); sin él ese día no habría bajado de esa marca,
fue el cambio de ritmo que mis piernas ya no tenían pero que ella con sus
palabras activó en mi mente.
Y del maestro Rober, la de globeradas que se tuvo que comer conmigo un
triatleta 'pro' como él!!! Pero qué bien hizo su trabajo y qué hondo me
dejó el espíritu del fondista tan bien inculcado!!
Y de Íñigo, mi liebre personal durante casi un año de carreras en las que
cada quicena hacíamos MMP (eso sí, yo siempre por detrás ;-). ¡Cómo te echo
de menos amigo! Pocas horas de vivencia juntos, pero qué intensas!!
Y del Presi, cuando en un Km 35 le dije: "estoy empezando a sufrir" y me
llevó en palmitas.
Y de Pepe, que por fin parece que va sacando algo aprovechable "del
mindundi ese de Paracuellos que no conoce nadie" ;-)
Y de la Panda, que mantiene viva mi ilusión
Y de los amigos, que correr ni les va ni les viene, y aún así van a la meta
a verme.
Sin todos estos apoyos hoy sería un corredor peor, tanto técnica como
humanamente. Todos te enseñan algo cuando te prestan su ayuda, y debemos
ser responsables en guardar ese legado para cuando tengamos que ofrecerlo a
otros.
Seguro que tú también has tenido valiosos apoyos en tu actividad. No
pierdas la oportunidad de que lo sepan, en el fondo a todos nos gusta que
de vez en cuando nos agradezcan algo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario