viernes, 28 de octubre de 2011

VIERNES 28 DE OCTUBRE DE 2011. La Soledad

Una de las ventajas de correr frente a otros deportes es que es relativamente fácil de empezar: te pones unas zapatillas y sales a la calle, cuando mejor te cuadre y sin depender de otros. No estás a expensas de la disponibilidad y horarios de otras personas, y tus hábitos a la hora de practicarlo son los que tú mismo te dictas.

Casi todos los corredores de fondo con algunos años de experiencia poseen recuerdos de rodajes en solitario especiales, donde sintieron cosas diferentes, experimentaron un rendimiento excepcional y vivieron reflexiones vitales. Rodajes donde el resto del mundo no importa, rodajes en auténtica Soledad. Poco importa si fueron en un bosque, un camino o en un parque plagado de gente. Ella te eligió ese día, corrió contigo y elevó tu persona a un sitio donde pocas veces en la vida se está. Esos días raros se guardan interiormente para siempre.

Sin embargo, hay momentos en los que la soledad puede llegar a ser el enemigo más grande de un corredor de fondo. Por ejemplo, en momentos de debilidad durante una carrera, al toparse con el Muro en una maratón... Son momentos de sufrimiento puntual que siempre son más llevaderos en compañía, aunque en este deporte, en última instancia, siempre dependas de tus propias piernas.

Pero la Soledad, cuando realmente es peligrosa, es en otro tipo de días. Días en los que tu plan de entrenamiento dice que en el fin de semana tienes que estar un poco más de dos horas corriendo sin parar. Cuando llevas bastantes decenas de kilómetros acumulados durante la semana. Cuando tus rutinas de entrenamiento se han vuelto monótonas. Cuando ponerse las zapatillas ya suele suponer un sacrificio sin ilusión... el solo hecho de pensar en un entrenamiento así puede resultar desmotivador e inducir a un aburrimiento que se cronifica muy fácilmente. Y de ahí es sencillo llegar a perder las sensaciones que un día nos llevaron a correr y que tanto nos gustaron cuando las experimentamos por vez primera. Y se produce el abandono. He tenido algún día puntual así, pero la Vida por casualidad me ha ido encaminando de forma que esos días han ido desapareciendo. Desafortunadamente he visto gente que ha pasado por ello y han abandonado la práctica, han perdido la chispa. De hecho actualmente un buen amigo se encuentra en una situación similar y me apena verlo así, ya que ha sido una persona que ha corrido durante toda su vida. Espero que pueda recuperar la motivación y la ilusión que sintió el primer día que juntos corrimos nuestra primera media maratón, allá por el 2006... (vaya paliza me diste, ¿eh Yoye?)

Las soluciones más efectivas, a mi parecer, son dos: el abrigo de la gente y el cambio de hábitos. Correr distancias largas rodeado de buena gente es una experiencia reconfortante, ilusionante y motivante. Se consigue mayor rendimiento en el entreno, hay alternancias a la hora de mantener un ritmo de carrera, hay camaradería, de vez en cuando se producen piques sanos... Todo ello hace que la siguiente semana entrenes con otra ilusión, con ganas de llegar al siguiente Domingo mejor preparado, con ganas de un día de fiesta del correr... Si además se realiza en un entorno agradable y diferente al habitual de todos los días, la experiencia cambia radicalmente. Y si después echas unas risas con tus compañeros en torno a unas cervezas, solo puedes volver a casa con una sonrisa, con la sensación del trabajo realizado y con fuerzas renovadas para disfrutar entre semana de la eterna compañera del corredor de fondo: la Soledad.

Estoy deseando que llegue el Domingo.

1 comentario:

  1. qué tal el entreno dominguero de hoy??? lo leeremos en unos días!!! ( el miercoles ya es lectivo...) ;-)

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